En el marco del I Congreso Internacional Comunicación y Pensamiento.
Comunicracia y Desarrollo Social. 9, 10 y 11 de Marzo de 2016 presentamos la siguiente Comunicación con Marcela Iglesias:
Las mayores certidumbres en este nuevo milenio es la incertidumbre y la volatilidad de lo que Bauman ha denominado “Sociedad Líquida”, que coincidiendo con la “Sociedad Red” que apuntara Castells, permiten asegurar que las TIC son grandes aliadas de la velocidad y la sencillez en el acceso a la información.
¿Los riesgos? como apuntan Aguaded y Romero-Rodríguez pasan por la infoxicación o la sobresaturación de la información, en una visión (permítanme) Huxleyliana en la que el exceso de información la “ahogue” en un mar de información. De forma habitual vemos como los grandes medios se alejan de las preocupaciones reales de la sociedad.
Mientras los españoles muestran preocupación por el paro (78%), la corrupción y el fraude (47,5%) o los problemas de índole económico (25,1%), como indica el Centro de Investigaciones Sociológicas (2016 – Recién publicado). Los grandes medios nos cuentan las reuniones de la clase política y sus campañas permanentes, deportistas multimillonarios y grandes-hermanos-vips sin vips.
El objetivo de esta comunicación es analizar y discutir sobre la importancia de la educomunicación para garantizar que las nuevas generaciones de ciudadanos participen en la vida política con herramientas que les permitan gestionar la información y proponer soluciones creativas para transformar la sociedad. De ahí la vinculación estrecha entre educomunicación y educación política.
Esta situación provoca en los ciudadanos la descredibilidad de los medios de comunicación más tradicionales frente a medios digitales más versátiles y con mayor penetración entre los jóvenes (Newman, 2015). Youtube: 2 millones de usuarios únicos al día (Impacto audiencias).
Frente a los problemas de la infoxicación y de la descredibilidad, el sistema educativo debería proporcionar a las nuevas generaciones de ciudadanos capacidades para afrontar la revolución digital y asimilar una nueva cultura participativa, cooperativa y horizontal, las cuales habrán de empoderarse entendiendo “empoderar como lo entienden Gozálvez & Contreras-Pulido (2014) “reforzar la libertad, la autonomía crítica y la participación de los ciudadanos en cuestiones políticas, sociales, económicas, ecológicas e interculturales a partir del buen uso de los medios y la tecnología comunicativa” Incluso hay que ir más allá como plantean Watts, Williams & Jagers (2003) o Gutiérrez-Rubí (2014): “tomar conciencia en la dimensión global, social y política”.
Nuevas formas de aprender (del #Elearning al #Youtubing – Reig, 2016)
Es prescriptivo un sistema educativo que permita a los aprendices a identificar los riesgos, los niveles de consumo, los contenidos mediáticos que generan infoxicación y los niveles de penetración desde ideologías neoliberales impulsadas por empresas de concienciación (Aguaded, 2012). Los riesgos de internet profunda.
Todo ello justifica un necesario proceso de educomunicación, entendida más allá de la educación en y sobre los medios para llegar a la construcción y recreación del conocimiento. Se trata de un aprendizaje como un producto social de aprender los unos con los otros y de educar para involucrarse en una múltiple red social de interacciones (Kaplún, 1997). Es necesaria una educomunicación capaz de alfabetizar “para el incremento de la conciencia crítica y la construcción de una ciudadanía autónoma y participativa” (Caldeiro y Aguaded, 2015).
La educomunicación debe proveer competencias digitales para que los ciudadanos puedan participar plenamente en la vida política no sólo desarrollando una mirada crítica sino desde el activismo sociopolítico, creando alternativas o proyectos en el marco de organizaciones o partidos.
El sistema educativo debería incluir la educomunicación como herramienta para garantizar la participación democrática desde la práctica en las propias aulas. Este proceso educativo debe ayudar a que los ciudadanos construyan su propio Personal Learning Environment (PLE) y se aproximen a un conjunto de herramientas, fuentes de información, conexiones y actividades que cada persona utiliza de forma asidua para aprender (Adell y Castañeda, 2010).
Se trata, en definitiva de pasar de una democracia representativa a la democracia participativa, a educar para una alfabetización digital que adecuada a los nuevos contextos sociopolíticos del siglo XXI, que incluya los conocimientos básicos para la codificación y descodificación de la información con el objetivo de lograr una sociedad crítica y capaz de transformarse.
REFERENCIAS:
- Adell, J. y Castañeda, L. (2010). Los Entornos Personales de Aprendizaje (PLEs): una nueva manera de entender el aprendizaje. En Roig Vila, R. y Fiorucci, M. (Eds.) Claves para la investigación en innovación y calidad educativas. La integración de las Tecnologías de la Información y la Comunicación y la Interculturalidad en las aulas. Stumenti di ricerca per l’innovaziones e la qualità in ámbito educativo. La Tecnologie dell’informazione e della Comunicaziones e l’interculturalità nella scuola.Alcoy: Marfil – Roma TRE Universita degli studi.
- Aguaded, J.I. (2012). Aularia digital: el país de las aulas. Aularia: Revista Digital de Comunicación, 1 (1), 1-2.
- Aguaded, J. I. y Romero-Rodríguez, L.M. (2015). Mediamorfosis y desinformación en la infoesfera. Alfabetización mediática, digital e informacional ante los cambios de hábitos de consumo informativo. Teoría de la Educación: Educación y Cultura en la Sociedad de la Información, 16(1), 44-57.
- Caldeiro, M.C. y Aguaded, J.I. (2015). Alfabetización comunicativa y competencia mediática en la sociedad hipercomunicada. RIDU, 9(1), 37-56.
- CIS (2016). Avance de resultados del estudio 3128 Barómetro de febrero de 2016. (http://datos.cis.es/pdf/Es3128mar_A.pdf) (10/3/2016)
- Gutiérrez-Rubí, A. (2014). Tecnopolítica. Grafiko.cat.
- Kaplún, M. (2010). Una pedagogía de la comunicación. Aparici, R. (Coord.) Educomunicación: más allá del 2.0. Gedisa: Barcelona.
- Newman, N. (2015). Digital News Report 2015. Reuters institute for the study of journalism.