“Hay que ampliar la base innovadora. Porque los francotiradores de la pedagogía no van a ganar la batalla educativa, que se libra en las trincheras del profesorado desmotivado, el currículo impermeable y las prácticas desfasadas. Como mucho, mantendrán viva una idea. Una experiencia aprendizaje-servicio aquí, un proyecto multidisciplinar allí. Algunos se echan al maquis, y construyen centros aislados o redes de innovación mediante encuentros y redes sociales. Una guerra de guerrillas underground con filias disruptivas, no siempre productivas. Porque no basta con abrir caminos: hay que asegurarse de que luego alguien los transita. Necesitamos un modelo de innovación menos épico, más estratégico y científico, que se inscriba en una carrera profesional del profesorado clara y definida, y generalice y serene el cambio. En el que la innovación no sea solo una actitud voluntarista, sino también una responsabilidad profesional evaluada y remunerada. En el que trabajo en equipo, conexión con modelos pedagógicos, orientación a objetivos y formación conviertan en sostenible una empresa necesaria. Una cosa es abandonar el confort. Otra distinta abandonar la serenidad.”
Vía @lamirada